La espiritual música de Randy Weston en La Mar de Músicas

Parque de Artillería a las 23:00 horas mañana miércoles 22 de julio

Más de dos metros de humanidad. Y miles de kilómetros de música recorridos por este grande de la historia del jazz. En la historia del pianista y compositor estadounidense, Randy Weston, ocupan un lugar importante Marruecos y los músicos gnaua. Los gnaua pertenecen a la cofradía religiosa que formaron descendientes de los esclavos negros llegados a Marruecos desde las regiones subsaharianas, convertidos al Islam, y que tiene su foco principal en la ciudad de Marraquech. Se cree que muchas de sus ceremonias, con su música de trance, sirven para aplacar a los espíritus que se apoderan de los cuerpos. Es ese blues de los gnaua al que se refirió Randy Weston tras descubrir una espiritualidad común a minorías oprimidas o en la diáspora. Randy Weston´s African Rhytms & The Master Gnawa Musicians of Morocco actuarán el Parque de Artillería a las 23:00 horas mañana miércoles 22 de julio. Las entradas cuestan 12 Euros. Horas antes, en la plaza del Ayuntamiento el tango electrónico de Otros Aires.

La relación de Randy Weston (Nueva York, 1926) con la música magrebí viene de antiguo. Ya, a finales de los años cincuenta, la arreglista y compositora Melba Liston le introdujo en los secretos de las tradiciones musicales africanas. Y, en 1967, tras una larga gira por África, Weston se instaló en Tánger. Allí fundó un centro cultural y hasta llegó a organizar un festival.

Su padre, Frank Edward Weston, cocinero, fue quien le habló de las civilizaciones africanas y los escritos de Marcus Garvey. Le repetía al pequeño Randy que era un africano nacido en América y que algún día volvería a la Madre Tierra. Y el hijo no le ha llevado la contraria: nada más pisar el continente africano supo que aquel era su hogar y aquella, su gente. Mientras los demás músicos de jazz iban a Europa, él viajó a África. Dijo una vez que si le quitas el elemento africano a la samba, la bossa nova, el blues o el jazz, no te queda nada.

A sus 83 años, y firme como una roca, sigue viajando con músicos marroquís tradicionales. Desde la década de los sesenta no ha dejado de tocar con ellos. Piano con cantos, ‘guembri’ –laúd de tres cuerdas de mástil largo- y las ‘caraqueb’ o ‘carcabas’ -dobles castañuelas metálicas-.

Jazz bañado en el melisma y los bucles hipnóticos de la música de los maestros gnaua, que tienen la creencia de que a cada uno de nosotros le corresponde un color –el de Randy sería el azul- y una nota que nos hace vibrar. Su disco ‘The Splendid Master Gnawa Musicians of Morocco’, grabado el 17 de septiembre de 1992 a la luz de las velas en el famoso hotel La Mamounia, estuvo nominado a los premios Grammy. Reunir a viejos maestros gnaua en un disco era un sueño de Randy y de Abdellah El Gourd, que había sido el primer gnaui que grabó varios guembris juntos. Él llamó a nueve maestros de Tanger, Marraquech, Casablanca, Sale y Esauira. Algunos de ellos no se habían visto hacía cuarenta años. Nunca, que se sepa, en la historia de los gnaua, habían tocado juntos diez guembris. Un milagro. Meses después, dos de aquellos venerables maestros, los más ancianos, habían muerto.

Otro de los discos de Weston –en este caso, de piano solo- se titula ‘Marrakech in the cool of the evening’. Admirador de Thelonius Monk y Duke Ellington –también cita entre sus héroes del piano a Count Basie, Art Tatum o Nat King Cole-, Randy Weston prefiere hoy hablar de música improvisada y no emplear ya el término de jazz.

OTROS AIRES

Desde el Río de la Plata hasta la Barceloneta, y de las orillas del Mediterráneo catalán al Atlántico argentino, con un proyecto bautizado con el nombre de Otros Aires y autodefinido como arqueológico-electrónico (o electrónico-audiovisual). Una promotora española, cansada de escuchar en Buenos Aires ejemplos sin personalidad del omnipresente tango electrónico, encontró un bálsamo en este cuarteto. Y se ha empeñado en traerlo a España. De vuelta habría que decir, porque la primera actuación de Otros Aires tuvo lugar en Barcelona. En diciembre de 2003. Entonces eran un trío y se presentaban en pequeños locales. Toni Cubedo, bajo, y Josep Lluis Guart, piano, acompañaban a Miguel Di Génova, el arquitecto y músico argentino que andaba barruntando cómo mezclar grabaciones de tango y milonga de principios del siglo XX, la estética porteña de los viejos barrios de los tiempos de Gardel con sus inmigrantes de diversas culturas, con letras y secuencias electrónicas de nuestros días.

A mediados del 2004, ya en Buenos Aires, y con Hugo Satorre (bandoneón), Pablo Lasala (piano y teclados) y Manu Mayol (batería y percusión), Miguel Di Génova (voz, guitarra, programaciones y samples) arma un primer disco titulado ‘Otros Aires’, que estrenan el 11 de diciembre –Día del Tango- en el Museo Casa Carlos Gardel. Dos años después, con Omar Massa en lugar de Satorre y Diego Ramos sustituyendo a Lasala, el cuarteto graba ‘Dos’, con obras como ‘Otra noche en La Viruta’ o ‘Niebla del Riachuelo’. En la contraportada de ‘Dos’ puede leerse que “es un sentir electrónico del barrio, la milonga, la danza y el compás, de los clásicos tangueros. Otros Aires muestra una vez más su visión absolutamente porteña del arte sonoro del siglo XXI”. El disco más reciente se titula ‘Vivo en Otros Aires’: diez temas propios como ‘Rotos en el Raval’ o ‘Allerdings Otros Aires’, pero también ‘Barrio de tango’ –de Aníbal Troilo y Homero Manzi-, grabados en noviembre de 2007 en el ND Ateneo de Buenos Aires, y otros tres registrados en Amberes, Padua y Amsterdam. Los tres discos de Otros Aires están distribuidos aquí por Galileo MC. En la página del sello aseguran que "Llévese el de Otros Aires", es la recomendación más frecuente de los disqueros de Buenos Aires, a los clientes interesados en un disco para iniciarse en el tango electrónico.

Otros Aires, que acaba de ofrecer tres conciertos en Chicago, habrá visitado Berlín, Milán, Praga, Dublín o Bucarest en las semanas previas a su desembarco en Cartagena. Sus influencias tienen nombres y apellidos: Carlos Gardel, Osvaldo Pugliese, Gotan Project, Bajofondo... Y si se permite un juego de palabras, sí que son otros, pero son buenos.

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