Entre dos y tres meses se empleará en la restauración del Pilón de los Burros

La concejalía de Infraestructuras encarga al Taller Municipal de Restauración el arreglo del brocal, cuyas piezas de piedra natural se desprendieron ayer

Un equipo multidisciplinar se encargará durante las próximas semanas de la restauración del brocal del Pilón de los Burros, según han informado fuentes del Taller Municipal de Restauración que dirigirá los trabajos por encargo de la concejalía de Infarestructuras.

 

El equipo estará compuesto por un historiador, dos restauradores, un aparejador y un delineante, y su labor consistirá en volver a colocar en su sitio los dos tercios del brocal de piedra natural que ayer se desprendieron del popular abrevadero por causas que se desconocen.

 

El Taller Municipal de Restauración ha retirado esta mañana los trozos más pequeños, permaneciendo en el lugar los de mayor peso. La zona ha sido acordonada y se espera que los trabajos empiecen cuanto antes.

 

Para ensamblar los trozos de piedra desprendidos se empleará un sistema similar al empleado en la restauración de la cara de la Inmaculada de la Plaza de Risueño, ya que se unirán con espigas de material sintético y resina. Previamente será necesario limpiar muy bien las partes mediante chorreado de agua a presión y procurar su encaje perfecto.

 

Todo ello se realizará in situ, lo que obligará a acordonar el pilón entero. Se espera que la restauración pueda prolongarse durante dos o tres meses.

 

El pilón de los burros es un abrevadero de piedra natural que estuvo desde sus orígenes, datados con anterioridad a 1593, adosado o cercano a las puertas de entrada a la Ciudad. Primero a la Puerta de Murcia y más tarde a las de Madrid de la muralla de Carlos III.

 

Su finalidad no era otra que proveer de agua a los animales, principalmente los de tiro, que llegaban o salían de Cartagena.

 

En el año 1892, se trasladó fuera del recinto amurallado, a un gran espacio libre en el que se construiría la Plaza de España. Allí permaneció hasta finales de los años 1960 en que con la urbanización de la zona fue desmontada y su taza arrojada al cauce de la rambla de Benipila.

 

Allí permaneció hasta que en 1990 fue restaurada y puesta en su actual ubicación en uno de los anillos exteriores de la plaza de España..

 

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