El Molinete, testimonio vivo de la historia de Cartagena

El Parque Arqueológico, que comenzará a ser visitable este verano, recupera restos arqueológicos desde el siglo II a.c. hasta el XVI d.c. como la muralla del Deán, el tempo Itálico o el molino-ermita que da nombre al cerro

Sentados en las escalinatas del Templo Itálico, los antiguos habitantes de nuestra urbe contemplaban las magníficas vistas de la ciudad y controlaban la bocana del puerto, uno de los más seguros del Mediterráneo, envidiado por su importancia estratégica, militar y comercial. El paso del tiempo ha sido generoso con Cartagena y ahora, más de veinte siglos después, las riquezas arqueológicas halladas en el Cerro del Molinete nos permitirán un reencuentro con la herencia de esta ciudad milenaria.

 

 

El Parque Arqueológico del Cerro del Molinete, con una superficie de 26.000 metros cuadrados, será el parque al aire libre más grande de España. Las excavaciones, dirigidas por el catedrático de la UMU, José Miguel Noguera y el equipo de la arqueóloga María José Madrid, se han dado por concluidas y los trabajos en el cerro se centran ahora en la interpretación de los restos y las labores de restauración y conservación bajo la supervisión del equipo que dirige Izaskun Martínez Pérez.

 

 

 

Realizando un recorrido completo por el Cerro junto a la arqueóloga María José Madrid, descubrimos los principales hitos que acogerá el futuro Parque: La muralla del Deán o muralla de Felipe II; el Templo Itálico o sacellum dedicado a la diosa Atargatis, el muro de andesita que sustentaba la terraza y el acceso al tempo; las viviendas indígenas; el molino ermita que da nombre al cerro; y, en la parte baja de la ladera el foro y la Ínsula I donde se hallan las termas de época romana.

 

El recorrido por el Parque permitirá al visitante descubrir cómo ha evolucionado la urbanización de la ciudad, ya que los restos encontrados abarcan un amplio horizonte cronológico que va desde la primera mitad del siglo II a.C. hasta el siglo XVI d.C.

 

 

ENTRADA AL PARQUE POR EL AÃ'O 1554

 

La entrada al Parque se hará por una calle diseñada salvando las estructuras del foro romano. Los visitantes se encontrarán, en primer lugar, con los restos de la muralla del Deán, un lienzo defensivo que bordea el Cerro por la zona norte y que comenzó a construirse en torno al año 1554 quedando inacabada y sustituyéndose por la muralla de Felipe II, de la que sólo se ha conservado uno de los baluartes.

 

Todos los detalles del Parque han sido cuidados al milímetro por el equipo de arqueólogos que incluso han supervisado el arbolado que adorna el recorrido. La arqueóloga Maria José Madrid explica que la elección de los árboles se ha estudiado para que las raíces respeten los restos arqueológicos que se encuentran en el subsuelo. Además, en la elección de la flora se ha buscado vegetación autóctona que estuviera presente en la biosfera de la época romana de la ciudad.

 

Continuando con el recorrido, los visitantes podrán descubrir otro de los grandes hitos de las excavaciones, el muro de andesita que data del siglo II a. C. pero que ha perdurado incluso hasta el siglo XIX ya que ha sido reutilizado como trasera de viviendas a lo largo de todas las épocas.

 

Junto al muro se encuentran las escalinatas de acceso al templo Itálico de las que sólo se conservaban una serie de recortes en la roca, pero el estudio del equipo de arqueólogos ha permitido reconstruir cómo era esta escalera monumental del siglo II a.C. En ella los antiguos habitantes de la urbe romana se sentarían a contemplar la ciudad y a controlar la entrada al puerto. Ahora, la idea es recuperar su función original y se está estudiando la posibilidad de restituir las escaleras con una estructura de madera que permita el visitante sentarse en las escalinatas y descansar la mirada en las vistas de la ciudad para hacerse una idea lo más cercana posible a la realidad.

 

 

 

EL MOLINO ERMITA QUE DA NOMBRE AL CERRO

 

El recorrido por la historia tiene una parada obligada en el principal enclave de una de las cinco colinas de la ciudad que da nombre al cerro: el Molino de viento que más tarde fue empleado como ermita. Este molino data del siglo XVI y es desde entonces cuando la colina comenzó a ser conocida con el nombre de Cerro del Molinete. Su primer uso, como molino harinero dio paso a otro más religioso como ermita de San Cristóbal y, por último, quedó empleado como vivienda de gran belleza según se descubre en los adornos de su interior.

 

La historia moderna se cruza también en el subsuelo del Molinete, ya que el Parque mostrará también otros hitos de gran valor histórico, aunque de épocas posteriores, como son los refugios antiaéreos de la Guerra Civil que han quedado desenterrados tras las excavaciones.

 

 

 

LA PARTE ALTA DEL CERRO SERÁ EL MIRADOR DE LA CIUDAD

 

El recorrido del Parque incluirá dos importantes zonas de miradores, la primera en el paseo de acceso al parque y la segunda en la parte superior del Cerro, junto al templo, las viviendas indígenas y el segundo molino de viento conservado desde el siglo XVI.

 

La parte alta del Molinete es el punto estratégico desde donde se tiene una perspectiva de los 26.000 metros cuadrados que ocupa el Parque. Desde el punto más alto se puede advertir la función defensiva que tenía el cerro. Se puede vislumbrar la bocana del puerto, controlar los dos accesos principales de entrada a la ciudad en época romana, y otros cerros defensivos como la Atalaya y el Roldán.

 

Girando la mirada hacia la zona del ensanche, el Molinete permite contemplar el antiguo Almarjal que bordeaba la ciudad por el norte, la laguna que, según cuentan los textos de Polibio en torno al 209 a.C., cuenta cómo la laguna fue utilizada para sorprender a las tropas púnicas emplazadas en la ciudad aprovechando la el estudio de las mareas y la bajada de las aguas.

 

En la parte alta del Parque se encuentra también otro de los principales hitos hallados durante las excavaciones, las viviendas indígenas, en las que el equipo de arqueólogos ha completado los trabajos que Pedro San Martín comenzó en el año 1977.

 

Completando el recorrido, a las espaldas de la muralla de Carlos I, en la zona norte de la parte alta del cerro nos encontramos con los restos más antiguos encontrados en las excavaciones. Se trata de una sucesión de habitaciones alternadas con cisternas que se utilizaban para la recogida de agua y que datan de la primera mitad del siglo II a.C., momento que coincide con la conquista de la ciudad por Escipión.

 

 

 

MUSEALIZACIÃ"N DE LA LADERA SUR Y PRIMERA APERTURA AL PÚBLICO

 

El Parque Arqueológico del Molinete incluye también las excavaciones que comenzaron en el año 2008 y que corresponden a una manzana de la antigua ciudad romana, conocido como Ínsula I. En este emplazamiento, el visitante puede descubrir los secretos del urbanismo de la ciudad de época alto-imperial, pudiendo incluso pasear por las calles romanas, adentrarse en las termas y contemplar el atrio.

 

 

Los restos de la Ínsula, en la calle Balcones Azules, será lo primero en abrirse al público y se espera que esté visitable antes de verano. Los trabajos actualmente se centran en la protección de los restos con la construcción de una cubierta para conservar las pinturas murales in situ. Además, se ha dispuesto una pasarela perimetral para que los visitantes puedan acceder directamente a la ínsula y permitan al visitante pasear por dentro de las propias calles romanas.

 

 

Similar a otras excavaciones como el Lucentum de Alicante y Lliria en Valencia que también se engloban dentro de la ciudad, aunque de dimensiones mucho menores, el Parque Arqueológico del Molinete incluirá también la musealización de los restos de la ladera sur y será además un parque recreativo que funcionará como pulmón verde y mirador de la ciudad.

 

De momento, cinco arqueólogos, ocho restauradores y un equipo de topógrafos, ingenieros y otros auxiliares de obra trabajan a destajo para perpetuar los restos que dentro de poco quedarán al descubierto para todos los cartageneros que podrán descubrir este magnifico legado histórico-arqueológico que durante años se ha escondido en el cerro del Molinete. 

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