Desciende un 35% la concentración de nitratos en el suelo del Campo de Cartagena

A estas cifras hay que sumar un descenso de un 20,6% de la concentración de nitratos en los pozos medidos del acuífero cuaternario, alcanzando un valor de 88,8 mg/litro.

Existe un problema de nitrificación del Mar Menor, que no tiene nada que ver con el actual regadío de precisión del Campo de Cartagena, un modelo agrario de precisión que no genera sobrantes.

Según los expertos, una de las principales amenazas en la actualidad es la baja salinidad del Mar Menor -con cifras que nunca se habían registrado, podrían augurar nuevos episodios de anoxia- así como el elevado volumen de nutrientes que llegan al ecosistema. Es por ello que toman especial importancia las recientes cifras publicadas por la Consejería de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente del Gobierno regional. Dichos resultados, apuntan a un descenso de la concentración de nitratos en el suelo del Campo de Cartagena, concretamente un 17% en 2018 y un 35% en 2019. Esto demuestra el buen comportamiento de las medidas que se están llevando a cabo, ya que se trata de una tendencia marcada por un descenso sostenido.

A estas cifras, además, hay que sumar los datos aportados por la Confederación Hidrográfica del Segura y relativos al mes de enero de 2020. Estos aportan cifras que indican un descenso del 20% de la concentración de nitratos en los pozos medidos del acuífero cuaternario, alcanzando un valor de 88,8 mg/litro.

Varias son las voces sectoriales que apuntan a la necesidad de conocer los resultados de los informes técnicos y científicos sobre la evolución del volumen de nitratos en el acuífero, con los que cuenta la Confederación Hidrográfica del Segura, para poder valorar la eficacia real de las medidas que desde hace años se están llevando a cabo en origen y poder matizarlas o reorientarlas en caso de que no fueran suficientemente efectivas.

Trabajar en soluciones en el origen para generar soluciones a largo plazo

Desde hace años, el sector agrario se ha adaptado para incorporar una serie de medidas que ayuden desde origen a proteger la salud del Mar Menor. Algunas de estas actuaciones inciden directamente en la reducción de la aplicación de nutrientes, en la mejora de la fertilización, la optimización del riego con sensores de humedad, las limitaciones en la gestión y movimiento de estiércoles, o las medidas para reducir la intensificación del suelo, limitando el número de cultivos por unidad de superficie y, por otro lado, favorecer cubiertas vegetales que reduzcan el suelo desnudo por los riesgos de erosión y de lixiviación.

Además, ya se han iniciado varios de los ocho proyectos estratégicos aprobados en noviembre de 2019, como la retirada de biomasa, la monitorización del ecosistema, el banco de especies y el banco de filtradores autóctonos, y se encuentran en un avanzado estado de tramitación los proyectos de biorreactores para desnitrificar el agua, las pruebas de oxigenación, los sondeos costeros y la rehabilitación de las Salinas de Marchamalo. Sin olvidar la puesta en marcha desde el pasado mes de mayo del bombeo de la rambla del Albujón para evitar la entrada de agua dulce y nutrientes al Mar Menor.

Refuerzo legislativo para apoyar las actuaciones del sector agrario

Existe un problema de nitrificación del Mar Menor que está relacionado con las aguas subterráneas que transportan agua concentrada de nitratos presentes en el acuífero, resultado de las malas prácticas de producción agrícolas de hace décadas, así como de la ganadería y de los vertidos de aguas urbanas. Esto no tiene nada que ver con el actual regadío de precisión del Campo de Cartagena, un modelo agrario basado en una agricultura moderna y de precisión, que no genera sobrantes.

En este sentido, el sector agrario del Campo de Cartagena está comprometido con el entorno y la preservación de sus recursos. Tal es así que cuenta con una de las normativas al respecto del vertido de nitratos más restrictivas en comparación con las que se aplican en otras comunidades autónomas y tiene claro que sin un entorno medioambientalmente sano no se puede desarrollar la actividad agraria, porque la agricultura o es sostenible o no será.

Precisamente sobre esta problemática, la nueva Ley de Protección Integral del Mar Menor apenas regula y pasa de puntillas por el resto de las actividades que tienen afección directa sobre el Mar Menor. Natalia Corbalán, directora de la Fundación, comenta al respecto: "todos sabemos que lo que necesita con urgencia el Mar Menor son actuaciones e infraestructuras que eviten la entrada de agua por vía superficial, pero principalmente por vía subterránea, a través de la extracción del agua del acuífero del Campo de Cartagena, y también infraestructuras que sean capaces de controlar las avenidas de agua que llegarán con las próximas DANAS. Sin ellas será imposible lograr una protección real."

Corbalán, añade: "A la vuelta del verano deberemos enfrentar esta grave crisis económica, con unas previsiones desalentadoras. En este contexto, las restricciones de esta nueva ley y la inseguridad jurídica en la que nos coloca conllevarán la decadencia del sector agrícola de la Región de Murcia, afectando de manera directa a toda la cadena de valor agroalimentaria (transportistas, distribuidores, comercios, cooperativas agrarias, talleres mecánicos, concesionarios, empresas de reciclaje, etc.)".

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