Magoga obtiene su segundo Sol Repsol

El restaurante dirigido por la chef María Gómez y su marido, Adrián de Marcos (sumiller y responsable de sala), se confirma como una de las direcciones gastronómicas más relevantes del país con Soles Repsol y una estrella Michelin

Ubicado en la histórica plaza donde antaño se situó la lonja de verduras de Cartagena, Magoga ofrece una cocina sensible, contemporánea y asentada en el recetario y la despensa locales, una colección de más de 300 referencias de vinos y el que probablemente sea uno de los mejores carros de quesos de España con cerca de 50 piezas nacionales y de importación

Madrid, febrero de 2020.- Situado en la histórica ciudad portuaria de Cartagena, Magoga es el sueño de María Gómez y Adrián de Marcos, dos jóvenes hosteleros curtidos en algunos de los más importantes templos de la cocina contemporánea: ella de la mano de maestros e instituciones de la talla de Juan Mari Arzak, Ferran Adrià, el Basque Culinary Center y la Escuela AIALA de Karlos Arguiñano y él también en AIALA (donde se formó como Técnico de Gastronomía y conoció a María) y en prestigiosos comedores de Madrid y el norte de España, como Zuberoa. Cuando María y Adrián cruzaron sus caminos, enseguida lo tuvieron claro: querían formar un proyecto de vida en común y construir juntos su propio restaurante. Así Magoga abría sus puertas en 2014 como una modesta casa de comidas donde se servían pinchos, tapas y desayunos y, poco a poco, ha ido evolucionado hasta convertirse en lo que es hoy: uno de los máximos referentes gastronómicos en nuestro país, con dos Soles Repsol, una estrella Michelin y varios reconocimientos a título personal tanto a María, que fue finalista del Premio Cocinero Revelación de Madrid Fusión 2019, como a Adrián, que ostenta el Premio al Mejor Sumiller de Murcia 2018.

CARTAGENA EN EL PLATO

La cocina de María, que nació en Fuente Álamo (Murcia), es una cocina sensible, pausada, sin estridencias y marcada por el equilibrio entre vanguardia y tradición, entre técnica y producto y entre la huerta y el mar que dibujan el paisaje murciano. Su objetivo es «que todo el que entre en Magoga sepa que está en Cartagena» y por eso en sus platos, cargados de sabor y de gran belleza estética y sensibilidad, cobran protagonismo los fresquísimos pescados y mariscos del Mediterráneo y el Mar Menor, las carnes típicas de la zona (como el cerdo ‘chato’, una raza autóctona de Murcia que estuvo a punto de desaparecer), las frutas y hortalizas que crecen a orillas del río Segura y los cultivos propios del Campo de Cartagena en el que nació y creció la cocinera: la algarroba, las almendras marconas (procedentes de la finca de almendros centenarios que posee la familia de María), la uva Monastrell (cuyo vinagre utiliza en varios de sus platos), el ajo elefante (de sabor suave y elegante), el arroz de Calasparra (el primer arroz de España con denominación de origen que incorpora tanto en carta como en el menú degustación) o los garbanzos, que entraron a Europa por Cartagena. Ingredientes que escoge siempre en su mejor momento de consumo y dan como resultado una carta que varía al son de las temporadas, sorprendiendo al comensal con su frescura y contemporaneidad.

SERVICIO Y BODEGA

En Magoga se cuidan con esmero todos los detalles que intervienen en la experiencia culinaria. Por eso, además de la cocina, destaca el trabajo de Adrián al frente de la sala y de una bodega excepcional que atesora más de 300 referencias. Entre ellas se incluyen añadas antiguas y botellas numeradas procedentes de diferentes partes del mundo y, dentro de los vinos nacionales, una amplia selección de vinos generosos y vinos de proximidad, de las denominaciones de origen Bullas, Yecla y Jumilla. Mención especial merece su carro de quesos, probablemente uno de los mejores del país, con cerca de 50 piezas locales, nacionales y de importación.

SALA Y RESERVADOS

Al igual que en su cocina, en la decoración de Magoga, que lleva el sello del estudio Valisse, se adivina el paisaje cartaginés, con el omnipresente Mediterráneo y las piedras del anfiteatro romano como telón de fondo. Cuenta con un comedor principal con capacidad para 30 comensales, un reservado para 10, que puede adaptarse para reuniones y eventos privados, y un salón íntimo, ideal para parejas o grupos pequeños.

Este sitio web utiliza cookies para facilitar y mejorar la navegación. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso. POLITICA DE COOKIES