El grupo de Amnistía Internacional de Cartagena contribuye a la liberación de un preso de Guantánamo

Los ciudadanos y ciudadanas de Cartagena han enviado más de 2.000 cartas a EEUU para pedir un juicio justo o la liberación de Yousef al-Shehri

El grupo local de Amnistía Internacional en Cartagena ha expresado hoy su satisfacción por la puesta en libertad de Yousef Mohammed Mubarak al-Shehri, y ha dado las gracias a todos los cartageneros y cartageneras que con sus firmas y sus cartas han contribuido decisivamente a su liberación. Yousef fue detenido cuando tenía 16 años y ha permanecido más de 6 años prisionero en la base militar de la bahía de Guantánamo, en Cuba.

El grupo de Amnistía Internacional de Cartagena ha trabajado durante los dos últimos años en el caso de este joven prisionero saudí. En este tiempo, se han recogido firmas, cartas y postales que posteriormente se enviaban a las autoridades estadounidenses y saudíes exigiendo un juicio justo para Yousef al-Shehri, o en caso contrario, su liberación inmediata.

“Hace mucho tiempo que se debería de haber hecho justicia con este caso y con los cerca de 280 detenidos que quedan en Guantánamo”, ha declarado Jesús Baltanás, portavoz de Amnistía Internacional en la Región de Murcia. Muchos de los detenidos llevan más de seis años sin cargos ni acceso a ningún tribunal, contraviniendo el fallo emitido el pasado 12 de junio por la Corte Suprema de Estados Unidos, que reconoce el derecho de los extranjeros presos en Guantánamo a impugnar su detención ante tribunales civiles estadounidenses.

“Es la tercera vez desde 2004 que la más alta instancia judicial de Estados Unidos rechaza los argumentos de la administración Bush, que sostiene que puede detener indefinidamente a personas sin cargos ni juicio y sin un acceso significativo a la justicia”, ha dicho Jesús Baltanás.

Además, en el caso de Yousef, al ser un menor de edad en el momento de su detención, las autoridades norteamericanas han vulnerado la Convención sobre los Derechos del Niño (Art. 37, art 40), firmada por EE.UU.1, e infringido el Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño, ratificado por EE.UU., relativo a la participación de niños en los conflictos armados (art.6)2.

“Todos los menores detenidos y trasladados a Guantánamo ya tienen más de 18 años, pero esto no modifica el hecho de que el trato que recibieron anteriormente vulneró los principios internacionales relativos al trato a menores. Amnistía Internacional considera que ninguna persona recluida en Guantánamo, acusada de un delito cometido cuando era menor de edad, debería ser juzgada por un tribunal militar”, afirma Baltanás.

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Yousef al-Shehri tenía 16 años cuando lo detuvieron en Afganistán el 30 de noviembre de 2001. Fue capturado entre Kunduz y Mazar-e-Sherif, junto con otras 120 personas, por fuerzas de la Alianza del Norte del general Abdul Rashid Dostum. Tras su captura, Yousef al-Shehri fue trasladado a la prisión de Shiberghan, en Afganistán, donde estuvo recluido un mes y medio. Posteriormente fue entregado a Estados Unidos y el 16 de enero de 2002 lo trasladaron en avión al centro de detención de la base militar estadounidense de la bahía de Guantánamo, en Cuba.

Durante 2005, Yousef al-Shehri participó en una huelga de hambre en Guantánamo, junto a otros 200 detenidos, para protestar por las condiciones de reclusión en el campo y por su prolongada detención indefinida sin juicio. Los detenidos interrumpieron la huelga de hambre en julio de 2005, a raíz de las diversas promesas de las autoridades para mejorar sus condiciones de reclusión. A Yousef al-Sheri le dijeron que sería liberado en el plazo de tres semanas si ponía fin a su huelga de hambre.

Pero Yousef al-Shehri no fue puesto en libertad y las condiciones en el campo no mejoraron. Y en agosto de 2005 reanudó la huelga de hambre, junto a otros detenidos. Sus abogados no pudieron visitarlo hasta el 1 de octubre de 2005, y según declararon después “estaba consumido y había perdido peso de forma alarmante. Se encontraba visiblemente débil y frágil y tenía dificultades para hablar a causa de las lesiones que la alimentación forzada le había provocado en la garganta”. Le colocaron por la fuerza una sonda nasal para alimentarlo, sin anestesia ni sedantes.

Después de haber sido vejado y torturado durante más de seis años, las autoridades estadounidenses han considerado que “ya no representa una amenaza para nuestra nación, que ya no tiene valor en materia de información y que no va a ser juzgado por el Gobierno de Estados Unidos por ningún delito”.

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